“Estar gordo es indefendible e innecesario. La obesidad es una elección personal que provoca un coste extra para todos los ciudadanos, ya que los gordos son ingresados más a menudo en el hospital, ya sea por diabetes, problemas respiratorios, etc.” Extraido de aquí:
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/01/31/actualidad/1328026312_166358.html
Es imposible ser elegante y estar gordo
http://www.elmundo.es/magazine/2003/214/1067609875.html
Con esas dos perlas es suficiente para darnos cuenta de hacia donde vamos, es decir, el nuevo canon no es estar delgado, es proclamarlo, hacer como máxima de la estética le delgadez Aunque yo lo utilice en muchas ocasiones, pero ¿tiene sentido decir estas cosas únicamente para salir en los medios? (creo que esto debe ser el único motivo), realmente no y es ahí donde los medios tienen una responsabilidad, pero también se venden a frases de este tipo, para obtener más ingresos vía publicidad.
El primer enlace iba más allá, decía que las mujeres deben utilizar su belleza, para conseguir lo que quieren y conozco alguna busca-ricos, digo alguna, porque es una mujer que se ha servido de esa herramienta para tener la vida resuelta y vivir holgadamente, su preocupación: su cuerpo.
Aunque realmente no tendría tampoco demasiados problemas en ser un mantenido. La verdadera libertad es hacer lo que queremos hacer, independientemente de los condicionamientos sociales (siempre dentro de la legalidad) esa dicotomía entre lo bueno y lo malo, es nefasta, hay muchos grises.
He estado en Londres por trabajo, durante un par de días y he visto horrible la forma de vestir de muchas personas, podría haber hecho fotos, subirlas y despotricar, que me gusta, pero realmente hay que distinguir entre mis gustos y preferencias y la de los demás.
La elegancia es más pose que una prenda de vestir, por mucho que se empeñen en demostrarnos lo contrario. Y aunque cuando leo el vanity fair, disfruto mucho, no quita, que no debamos respetar a las personas por lo que son, que más lo que piensan, que lo que visten y aquí, para «evolucionar», vamos hacia lo contrario.