Y ahora, yo

Si miro atrás este año que pasa, no sé porque escribo esto el 25 de Febrero, aunque el 25 siempre ha sido mi número favorito ha sido movido, creciente, expansivo.

Jaime ha sido un pilar, siempre ando buscando bastiones, muros de contención que me protejan un parte, para poder expandirme sobre otras áreas y al menos en lo emocional me da una estabilidad y una sensación de incondicionalidad que me hace sentirme

Aceptar que este trabajo no es para mí, desapagarme de él, ya no te quiero y si te pierdo, tampoco va a ser nada grave, no será felicidad pero sí liberación.

Aceptarme un poco mejor, soy serio, no me gusta hacer ruidos, teatro, esta batalla de teatrillos terapéuticos, me han servido para una cosa, darme cuenta que no quiero hacerlos y que no pasa nada si es así, primero he de respetarme a mi mismo y sobre todo hacer lo que quiero, ganar en independencia y dejar de prostituirme y creo que por fin lo estoy haciendo.

Yo quiero esto, tú esto otro, no tenemos que ceder ninguno de los dos y tampoco sentirnos culpables por ello, al menos esto en términos de amistad.

También es verdad que hace poco más de un año que me mudé a mi piso actual y esto si supuso un cambio, junto con la ortodoncia, que casi hace otro año, por lo que si ha sido un año expansivo, el cual acaba con una sonrisa más bonita que cuando empezó, con una compañía más agradable, un mejor físico gracias al gimnasio  y unas mayores esperanzas, porque ahora si siento que puedo hacer más que no puedo.

El Sol, van Gogh
El Sol. Van Gogh

 

 

Armistitium

Las batallas son continuas, las peores guerras suelen ser las que tenemos con nosotros mismos, esto es una obviedad. Al final, me daré cuenta que la felicidad no es más que el armisticio entre todas mis partes, física, emocional, mental, espiritual…

Los mapas son interesantes, siempre me he perdido en ellos y lo único posible en este mapa, es declarar una tregua «polilateral», porque si una parte de mí pierde, no puede estar completo el mapa, ¿que sería de mí sin la envida? Básicamente, no sería yo.

Pensar que la genética, mi infancia ya generaron este mapa, unos territorios, con sus valles y zonas rocosas, sus lagos, sus ríos, sus glaciares, volcanes, desiertos y selvas, ahora este mundo, donde nada es real y todo lo es al mismo tiempo. La realidad no existe, porque todo en mí esta teñido por una emocionalidad, algo gótica pero esperanzada y las emociones vuelven a las cosas subjetivas y por lo tanto irreales.

Es curioso, como cuando en las películas de Disney ( el causante de uno de los mayores malos, los buenos acaban bien… y como dijo Wilde, «los buenos acaban bien, los malos acaban mal, esto es lo que significa ciencia ficción») todo empezó hace un par de meses, una parte antes inexplorada, la emocionalidad sana y sincera, se ilumina el mapa empieza a poder ser explorado de otra forma, quizás el mirar el mapa siempre en la misma dirección es lo que me confunde, pensar que la vida es hacia delante, y no hacia los lados, si ya hasta los viajes en el tiempo son posibles, la linealidad es cuánto menos que poco creativa ahora exploremos otras zonas… El aventurero.

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Al fin, día cualquiera

Hoy sin motivos me levanté feliz, alegre, el problema es que a medida que han ido pasando las horas en mi trabajo he ido perdiendo energía, este trabajo me la drena, porque no soy un hombre orquesta, tampoco es mi objetivo.

Cada vez estoy más convencido que la felicidad está en quitar, no en añadir, quitar ambiciones imposibles, quitarse las presiones, quitarse los deseos materiales más allá de los básicos. Cuando empecé mi proceso terapéutico pensé en el barroquismo solución, ahora pienso más en el minimalismo.

Pensar en Jaime en el sofá y el pollo de un restaurante portugués por 10 euros me reconforta más que un Louis Vuitton y aspiro más a lo primero que a lo segundo, como dije en mi anterior post,  ya empiezo a querer lo que quiero y no lo que sociedad me dice que debo querer.

También el saber que soy fuerte y manipulador me ayuda, de hecho es un trabajo que voy afrontando, el victimismo es una forma de manipulación y he llegado lo suficientemente lejos como para pensar que soy débil.

No puedo decir que esté sano, tampoco creo que lo esté nunca ni que sea necesario, solo que ahora que veo que mi vida es normal y que está bien así, sin aspavientos, me tranquilizo, hay retos como confiar más en mí y el el mundo, porque rara vez me ha defraudado, pero al decorarlo todo con tonos góticos y maximalistas, todo se volvió inconmensurable, todo se era una tormenta ficticia y jamás perfecta.

Porque solo ha habido unos cuántos momentos realmente dramáticos en mi vida, y un par de ellos han sido defunciones, que a una determinada edad, ya son normales. La muerte es necesaria porque nos hace valorar la vida, el caos es otra etiqueta mental y las preocupaciones provienen más del exterior que del alma, porque el alma no puede preocuparse porque se sabe inmortal aunque no lo sea, el ego a pesar de su inmortalidad durante nuestro camino, piensa que va a morir constantemente y genera nuestras pesadillas, porque lo peor que puede pasarnos pasará al igual que lo mejor…

Rothko

 

 

 

Como títere sin cabeza.

Es rídiculo pensar que un mal justifica otro, que el robo justifica el hurto, porque es un «mal menor» y en estos tiempos vivimos, una lucha desde una radicalidad gótica, por lo oscura, una predisposición al exhibicionismo de la fuerza, el insulto sin gracia y la decadencia de la inteligencia.

Me sorprenden la delicadas formas de las piedras de los ríos, hasta ellas se vuelven menos toscas por el paso del tiempo, pero nosotros no, seguimos con los mismos ángulos obtusos.  Mi sicoterapeuta siempre intentó llevarme al centro, porque en los extremos, existe o la genialidad o la perversión, entendiendo como perversión, el olvidarse de uno mismo, la peor de la prostitución posible, vender nuestra alma, para convertirnos en los pensamientos ajenos.

Y aquí estoy yo, impertérrito, viendo que quizás no sea tan radical como pensaba, que no estoy entre negros y grises con algún color encerrado, que la exclusividad de la radicalidad ya no la tengo, ni la tuve, que a fin de cuentas, me muevo mucho más en la normalidad, en lo vulgar, en lo corriente y lejos de asustarme me reconforta, ¿quién quiere ser títere sin cabeza? ¿quién quiere ser la reina de corazones? Yo no, porque si para ello he de dejar de ser yo, para convertirme en tú que estas leyendo esto, no tiene ningún sentido, porque aunque lo he intentado con fuerza, no puedo dejar de ser yo mismo, porque hay batallas que solo ganamos cuando nos rendimos y otras que incluso ganamos, cuando perdemos, porque ganar es casi siempre, perder en alma para ganar en ego.