Cambiar el rumbo

Hoy es el día mundial de la esperanza, todos pensamos que podemos hacer borrón y cuenta nueva, librarnos de esa pesada carga que es el pasado y sentir que volamos, también sabemos que no es cierto, que el pasado nos guste o no, sigue ahí y sus condicionamientos también.

Es en días como hoy que se hacen recuentos, como si los recuentos no fuesen remover el pasado y supongo que es parte de la trampa.

Realmente da igual que sea 31 de diciembre, esto es porque la tierra da vueltas alrededor del sol supongo, y los años por ello tienen 365 días,  los años son convencionalismos, pero quizás podamos aprovechar estos convencionalismos para cambiar el rumbo. Porque 2017 ha tenido una lección valiosa: cada día alimento una parte de mí mediante mis elecciones y estas elecciones nutren o lo mejor de mí o lo peor de mí, el amor o el miedo.

Esta lección es la más importante que he aprendido hasta el momento, porque determina algo que hasta el momento desconocía, si alimento la parte del miedo, ¿puedo esperar lo mejor de la vida? Y la respuesta es obvia.

Esta lección no la he aprendido un 31 de diciembre, ha sido antes, en sicoterapia, pero aprendida está, el reto es alimentar lo mejor de mí en 2018, sonreir más, trabajar en conocerme mejor y sobre todo disfrutar, porque disfrutar es amarme y alimentar lo mejor de mí. Feliz 2018.

Vuelta a casa

Ayer llegué a Málaga, quedé con unos amigos, volví a casa por Navidad. Y decir que es lo que toca me parece poco realista, el respirar aire limpio, el ir a la pizzería donde solía ir y ver a la dueña con un sombrero navideño, verla feliz. ¿No es acaso esto la vida? conocer gente y sentir en casa donde quiera que vayas. Pues eso, que es hora de volver a Ítaca, jugué a la lotería como nunca antes, perdí como nunca antes, yo que estudié matemáticas, sabía que las probabilidades son tan próximas a 0, que un décimo o dos décimos, tienen la misma posibilidad aunque sean el doble, jugué 15, me dejé llevar por la pasión, por el sueño de acelerar mi vida.

Porque eso hubiese sido la lotería, un acelerador de mi vida, abandonar un trabajo y hacerme autónomo, no tener que volver a Madrid, huir de allí. No me importa, no vivir en Málaga a corto plazo, siempre y cuando pase el tiempo que quiera aquí, una semana al mes quizás sea suficiente, hasta el asalto final, hasta ese piso con vistas al mar, ese día, cuando llegué, pondré Las Horas, al cerrar la puerta de mi nueva casa, y diré, que esto es lo que elijo, que no elijo la locura de una gran ciudad, que elijo la tranquilidad del mar, que la carrera profesional está bien y que elijo mi felicidad por encima de ello, que vine a ser feliz, no a tener éxito.

Y hoy iré con mi sobrina a comprar unos periquitos, veré el cielo gris de mi Málaga, la ciudad que dejé, y eso que he conocido a J, pero ¿qué es la vida si elegimos la existencia?  Estoy en la cama entra un aire frío que encuentro agradable, porque es mi frío, el frío de esta vispera de Nochebuena, mientras suena Philip Glass,  una sensación de tranquilidad y me planteo, si podemos elegirlo todo,  podemos tener dinero, vivir donde queremos o hay que renunciar, quizás renunciar sea de perdedores, pero ganar lo que uno no quiere es como comerse un pastel precioso sin sabor alguno, solo aporta calorías vacías. Así que todo sigue igual y distinto al mismo tiempo, mientras este frío me acaricia por detrás, este placer incómodo, placer al fin y al cabo.

 

Despertarse temprano

Hoy me desperté temprano, tenía a J al lado, es una estufa, así que siendo festivo, me levanto a las 6 de la mañana, en un par de horas saldremos a Valencia. Me agobia estar en la cama sin poder dormir, prefiero levantarme y ponerme a navegar por internet.

Ayer compré un precioso árbol de navidad, con luces, me costó 64 euros, al encenderlo me puse a llorar, quizás sea la melancolía de las navidades pasadas y el miedo a las futuras, también es cierto que nunca tuve un árbol tan bonito. No sé que efecto sicológico tuvo en mi una infancia no feliz, la tristeza era mi estado más frecuente y aun hoy lo sigue siendo,  las navidades han acentuado este estado desde siempre, este estado de soledad, de un universo frío y lúgubre.

No soy el que odia la Navidad, es demasiado frecuente este tipo de persona como para querer entrar en el grupo, soy de los que le ponen triste y consumen para intentar llenar ese vacío, que también es un grupo muy numeroso. Lleno los meses previos buscando lotería de navidad, ya he perdido la cantidad de números que he comprado y en Valencia compraré otros números, pensando, que esto llenará este vacío que tengo dentro y que no sé como manejar llegando estas fechas. Las probabilidades son pocas, lo sé, pero también lo son los de una infancia donde mi mente siempre se fijó en lo que faltaba y no en lo que tenía, ese castigo que debe ser kármico, de otra vida.

Y sé que puedo centrarme en lo maravilloso de las luces de árbol, en que J está en la cama, y que ahora veré unos nuevos paisajes y mis entrañas dicen no, quizás en el intestino tengamos otro cerebro, más visceral que el de la cabeza y que nos dicta otras posibilidades.  Esto no quita que la meditación me ha hecho más presente y que sé que es este momento lo que tengo y que decido la melancolía en él, pero la melancolía es como el azúcar, me sabe demasiado bien y crea adicción.

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Estamos de puente en Madrid

Mañana es festivo, el viernes no voy a trabajar. Me iré a Logroño. Por un lado me apetece irme, como siempre que me pasa al salir de Madrid, está claro en este punto de mi blog y de mi vida, que no es la ciudad que quería, tampoco es la ciudad que me encontré. Si la vida fuese trabajo, quizás si sería la ciudad ideal de España, pero la vida es vida, es mucho más que el trabajo, es el aire que respiramos, las sonrisas en la calle, los amigos, el sol, las vistas al mar, los baños mirando al cielo y de eso hay poco aquí.

Mi vida permanece igual, quizás algo mejor por la sicoterapia y la meditación, ya no veo tantos dramas a mi alrededor y tiendo a hacer más cosas en el trabajo. Al llegar la nueva directora de marketing  ha cambiado mi situación. El entusiasmo inicial, como el desasosiego general, en mi caso, son contagiosos.

Ayer quedé con una amiga de Málaga, que vive en Madrid desde mucho antes que yo, esta intentando quedarse embarazada y está teniendo bastantes problemas para ello, le dije que fuese a sicoterapia, pero pincho en hueso, porque los sicoterapeutas cuestan dinero.

Es tacaña, si bien lo está intentando, porque este objetivo es claro y viene desde un pueblo a Madrid para darse acupuntura una vez a la semana… Yo que en mi opinión la acupuntura no creo que sea la virgen de Lourdes le recomiendo la sicoterapia o sicología como solución a su sufrimiento, no creo que me haga caso.

Su problema es el miedo a repetir un aborto, nuestra mente es un castigo desde luego,  no soy mujer pero un aborto de dos semanas o tres, creo que es más la esperanza que el feto en sí, es la ilusión más que la biología. El miedo previo, la invención previa porque no sabes el resultado del nuevo intento a priori, solo va a destruir nuestro bienestar, no podemos controlar lo que sucede, primero de autoayuda- Así que si vuelve a intentarlo y se centra en el miedo a que se repita, no va a disfrutar, va  a vivir atemorizada. Elegir el miedo, cuando la opción sana es la ilusión, es cosa de nuestra mente.

Esto a pequeña escala y sin compararme con un paso tan trascendental como el de ser madre, lo hago yo continuamente, en lugar de moverme en la ilusión de de hacer bien las cosas en el trabajo, me muevo en el miedo de perder el que tengo y claro así no se puede ir con una sonrisa. Por desgracia, el trabajo es un reflejo de nuestra vida, cuando nos tiramos más de la mitad de nuestro día a día en él o durmiendo. En cualquier caso estaré de puente preparando una presentación y con J, lo cual me resulta muy agradable, durante estos 4 días. 🙂

Bajarse del tren

Hoy al bajarme del AVE al llegar a Madrid, sonreí cuando se me vino  la idea de que a lo mejor ya es el último puente de la Hispanidad que paso viviendo aquí, que en lugar de venir, me marcho porque haya venido a pasar el puente.

No sé si será el último, pero tengo la certeza, la que me puede causar la intuición,  que no habrá muchos más, que podré estar en Málaga o en Logroño o en Mallorca, pero estando donde quiero y con la sensación de tener tiempo para estar con quien quiero.  La cuenta atrás ha empezado, si bien empezó el día en el que trabaje en Las Tablas y sufría atascos cotidianos, tanto como la contaminación o salir a cenar y  que te cobren un pastón.

Sonreír con esta idea, me da una seguridad de que es lo correcto, porque es una sonrisa genuina, no provocada, de que algo más allá de los pensamientos neuróticos que suelo tener se alegra, al pensar que podré estar como esta mañana, metiéndome en el mar, respirando aire limpio y jugando con mi sobrina.

Es la vida lo que se me pasa estando aquí, porque hay que vivir donde uno esté a gusto, no donde cree que debe vivir. Porque la vida es corta como para pensar en asegurarse cosas materiales para dar un paso, la vida se vive o se deja morir y cada vez estoy más cerca de vivirla.

Mirar la vida

Hoy me desperté con un ligero vértigo, igual que ayer, es entonces, cuando echo más de menos mi familia  o j, no sirvo para estar solo, siempre me he sentido débil, a pesar de la imagen que puedo llegar a transmitir, de ser un bloque, de estar desapegado, la pose en mi caso surge para compensar mi interior, que se me antoja frágil y delicado, la pose como la hiedra, lo cubrió para protegerlo, e I. mi sicoterapeuta es la jardinera que intenta deshacer, lo que la hiedra ya ha cubierto por completo

Siempre intenté brillar, para que me vieran, sacaba buenas notas, esa era mi forma, luego pensé que sería la carrera profesional, donde no he llegado lejos, pero sí a un punto donde muchos no llegan, pero la hiedra sigue ahí. ¿De qué sirve una carrera profesional si no estás con quien quieres? ¿de qué me sirve si hoy que estoy frágil, estoy solo? Es siempre el amor, es siempre la vida, y aquí se para mi creatividad, en este momento que veo pasar una autobús, el tintineo que la ligera brisa provoca en el árbol que tengo delante. Después el silencio, una maleta a lo lejos, la gente madruga bastante en esta ciudad.  Y prefiero dejar este post aquí, que intentar forzarlo.

Año nuevo concluido

Ya pasó el año nuevo, supongo que todo ha vuelto a su cauce, la gente ya no se apunta al gimnasio, ni busca clases de cocina o yoga, yo empezaré la semana que viene a mirar estas últimas.  El gimnasio, en un par de semanas volverá a ser lo de siempre, poca gente por la mañana.

Es la continuidad y lo no los hechos puntuales los que nos llevan al éxito, esto es complicado de asimilar porque creemos en la magia, al menos yo creo en ella, que un acto, como pueda ser dar clases en una prestigiosa escuela de negocios, hará que mi vida sea otra, generalmente esto no funciona así. Loterías aparte claro.

Cuando me enamoré por primera vez, pensaba que mi vida sería otra totalmente, me imaginaba cuando conocí a un chico finlandés viviendo en una cabaña, viendo renos y nevar, claro veía la parte bucólica, no que el chaval era alcohólico o de que algo tendría que trabajar, pero era el amor y reconozco que es el amor, pero el de verdad, la única cosa que pueda cambiar la vida radicalmente, el entregarnos a él. Puede parecer cursi, pero los cambios más contundentes que puede vivir una persona son: el nacimiento de un hijo, la muerte de un ser querido, una enfermedad grave o encontrar una pareja, en todos está involucrado el amor, salvo en la enfermedad, que da valor a nuestra vida por contraste, la vida tiene valor porque existe la muerte.

Pero ya me hice mayor, ahora ya no espero que el amor lo cambie todo, pero si me guíe, ahora veo la vida desde otra perspectiva, ¿cuánto vale una vida sin amor? ¿merece la pena el dinero sin él? ¿qué es el éxito profesional si en mi vida no hay amor? Estas respuestas son intransferibles para cada persona y no son excluyentes, pero el amor necesita tiempo, es como un jardín, para que este bonito hay que cuidarlo y en mi caso, solo podría ser rico, trabajando bastante y esto ya no me apetece.

Pero también tengo que hacerme otras preguntas, ¿el amor pagará las facturas? ¿sonreírle a la cajera del supermercado me dará de comer? ¿el amor me vestirá?

Y la respuesta aquí, no es intransferible, el amor lo cambia todo y no llena la nevera. Quizás esto sea madurar, volverse más práctico.

Sabiduría

No es lo mismo que ser sabio que ser inteligente, lo segundo es más común. El problema que tenemos en la vida es que anteponemos tener razón, ego, a ser felices, nuestro verdadero yo. La sabiduría nos empuja a esta última parte, la inteligencia, generalmente alimenta el tener razón.

Los días pasan, sin expectativas, aunque la meditación me ha ayudado, tiene muchos beneficios,  así que soy capaz de controlarme mejor. El calor ya no está presente en Madrid, por fin la asfixia se ha ido, ahora hace falta lluvia, de esta forma se limpiará el aire. La semana que viene empezaré a buscar las clases de yoga porque es o yoga o hoponopono. Necesito alguna actividad, para tener la semana más ligera, eso sí, una actividad placentera no competitiva, tampoco quiero que me pase como la otra vez que me tiré casi dos años yendo a yoga kundalini, que encontré horrible, sentarme dando vueltas al tranco y con esa respiración llamada fuego, nunca sentí nada paranormal, solo que estaba haciendo el tonto y otra serie de ejercicios terminaban siendo molestos, un aburrimiento absoluto.

Luego ya estoy cansado de series, ni Netflix, ni HBO me aportan mucho, he llegado a un nivel de saturación que mi mente dice, déjalo ya, porque no disfrutas, y realmente no lo hago, creo que desde Death Note, no he disfrutado mucho con ninguna de ellas, ni me molesto en llevar la tablet en los viajes largos, me descargo un par de episodios de algo en móvil por si las moscas y a veces ni lo veo… así que así estamos. En la búsqueda de cosas nuevas y experiencias nuevas que es de lo que se trata la vida, ahuyentar la rutina que alimenta mi sombra, ser una Virginia Woolf que mira la vida la cara.

Irse

Diatribas mentales, irse antes o irse después, pero marchar. La división entre los dos polos el sur y el norte geográficamente hablando, donde yo me encuentro en el centro. Antes pensaba que lo mejor era tener una empresa,  incluso alquilar una oficina para montar una pequeña agencia pero ahora que leí en Forbes, sobre nómadas digitales, es una idea que me atrajo, sé que parece todo ideal y no lo es, como el no tener vacaciones o tener que hacer números a final de mes, si no tienes suficientes clientes, pero rompería mi dicotomía, norte sur, hasta que nos mudemos al sur y entonces este cerca del mar.

Ya son 6 años en Madrid, son suficientes, el año que viene serán 7, y creo que eso ya es un ciclo vital importante. No ha sido la ciudad que esperaba, tampoco lo fue Málaga, por mi tendencia a esperar más, en lugar de estar agradecido por lo que aporta. Aún así el verano cruel que se da en Madrid, podemos decir que ya ha concluido, ya estamos en Septiembre, el nuevo año, si bien por seguir con la misma tradición que el resto, estoy mirando clases de yoga, creo que es lo único que me inspira, lo otro eran las clases de inglés, pero es lo uno o lo otro, y honestamente, lo primero lo hago porque me gusta, lo otro porque creo que me viene bien profesionalmente, y la profesión cada vez está en un segundo plano.

La maldad

Una guerra puede ser justa, no siempre ambos bandos son iguales, los que defienden unos ideales basados en la igualdad y libertad, están muy por encima de los que pretenden arrebatar esos derechos que son siempre nuestros, simplemente por el hecho de haber nacido. Una de esas fuentes de maldad es la religión, es una batalla silenciosa, pero ni se basa en la igualdad, ni mucho menos quieren dejarnos libres.

El último exabrupto ha provenido de la religión musulmana,  como la mayor parte o todos en los últimos tiempos,  los que piensan que la religión no tiene nada que ver, por desgracia están equivocados, sin ella, esto no habría pasado, habría otras guerras, por el petroleo, por un territorio, al final, por dinero, puesto que el dinero, es otra religión, el consumismo, es la religión con más seguidores que tenemos en la actualidad.

Soy creyente, no sé en que exactamente, pero la idea de un Dios, desconocido por mí, me reconforta, pero este Dios, no tiene nada que ver con interpretaciones que intentan arrebatarme la libertad, diciendo que es lo que hay que hacer y que es lo que no, en lo que si estoy de acuerdo con ellas es en intentar amar al prójimo, por muy hijo de puta que sea este. Puesto que el odio, es la oscuridad, donde andamos ciegos, el amor es la luz, y solo la luz puede acabar con esa oscuridad que nos amarga e invade.

Cuando vi las fotos en algún periódico, vi que es el amor lo que siempre marca la diferencia, la gente que se ponía a ayudar a otra gente, la gente que va a donar sangre, es el amor, el que siempre marca la diferencia, es el que mantiene la esperanza de que una ciudad vuelva a ser la que era, la que hace que tengas ganas de levantarte cada mañana, pero las religiones, y el capitalismo es una de ellas,  lo atacan, las primeras diciendo como hay que amar, cuando el amor es libre, la segunda, nos dice primero el dinero, luego vendrá el amor, como si este, que siempre es pobre en el sentido físico, porque nada se puede esperar, tuviese algo que ver con él.

Hoy gente llena de odio, no pienso hablar de vulgares asesinos montados en furgonetas, a esos no pienso dedicarles tiempo, habrá otras personas llenas de odio, que clamarán contra otras personas, buscarán responsables, utilizarán, como han utilizado el lenguaje como arma arrojadiza, y se olvidan, de que alimentar el odio, es darle alas a la maldad, que se nutre de lo peor de nosotros, de nuestra sombra, no pensemos que si sembramos odio, recogeremos otra cosa.

Quiero dar las gracias a esas personas que están ayudando de verdad, que ayer ayudaron, porque son ellas las que marcan la diferencia, las fuerzas de seguridad igualmente que velan por nuestra libertad. Y solo tenemos que recordar, que el amor siempre ganará, porque el odio, es siempre autodestructivo.